Las grandes metrópolis están replanteando las convenciones tradicionales sobre el transporte. ¿Cuál es el papel de los coches en ciudades con una población creciente?, ¿cómo deben recogerse y analizarse los datos sobre el transporte de forma equilibrada? Estas son solo algunas de las cuestiones que alimentan la discusión sobre la movilidad en la actualidad, a medida que aparecen nuevas formas y modelos de desplazarse.
El informe realizado por Deloitte pone el foco sobre cuatro tendencias que destacan del Índice de Movilidad Urbana (DCMI) para 2020. La investigación recoge los dos años comprendidos entre marzo de 2018 y marzo de 2020, justo antes de que la pandemia por la COVID-19 impactara a las grandes ciudades y al transporte a nivel mundial.
Es demasiado pronto para saber cómo se desarrollarán las cosas en el futuro, sin embargo las lecciones aprendidas en los últimos años ayudará en el desarrollo.
A medida que las ciudades de todo el mundo empiezan a retomar su cotidianidad después de la pandemia, los sistemas de transporte consideran nuevas dimensiones a tener en cuenta para afrontar el futuro. Los cierres por la COVID-19 aceleraron cambios que ya se habían contemplado en el pasado, como hacer los centros más accesibles para los peatones y los ciclistas.
La pandemia ha añadido una serie de requisitos nuevos a los que deben enfrentarse las autoridades, por ejemplo, la definición de seguridad se ha ampliado para incluir el componente de higiene.
Por eso, a medida que aumenta el flujo de pasajeros en este nuevo panorama, es probable que un viaje seguro signifique, además, que sea higiénico. Para lograrlo, los operadores de transporte tienen que utilizar nuevas medidas, como controles de temperatura, servicios más frecuentes, entre otros.
Los fundamentos de un sistema de transporte siguen básicos: el mantenimiento de la infraestructura, accesibilidad, fiabilidad y la aplicación coherente e igualitaria de las normas.
Sin embargo, hay un interés renovado por muchas medidas “anticuadas”, como pintar a menudo las líneas de las carreteras para que sean visibles o el uso de bolardos de plástico para crear carriles más seguros para los ciclistas. Por el contrario, muchas tecnologías de movilidad, que parecían prometedoras, no se han adaptado tan rápidamente como se pensaba.
La relación de las ciudades con los automóviles es compleja, a veces es imposible entender la evolución de los entornos urbanos sin reconocer cómo los coches han contribuido a su desarrollo. A pesar del papel de los vehículos en la mayoría de los países, un número cada vez mayor de núcleos urbanos está explorando formas de restringir su uso y alejar a la gente del transporte privado.
Los accidentes y la contaminación son algunos de los riesgos fundamentales que rodean el uso de los coches, y que cada vez son más graves. Barcelona, en 2016, tomó la decisión de prohibir el tráfico en zonas de tres manzanas, al principio esta iniciativa fue polémica pero, a medida que se reducía tanto los accidentes como la contaminación, los residentes locales apoyan, cada vez más, la aplicación de “supermanzanas”, incluso se espera la creación de 12 de estos modelos para 2023.
El impacto negativo de los coches, en términos medioambientales, ha causado que las poblaciones creen normas más estrictas, pero al mismo tiempo, las metrópolis han tratado de fomentar el uso del transporte público.
Los tranvías circularon por las calles, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Sin embargo, muchos sistemas se extinguieron porque dieron paso al desarrollo urbano basado en el automóvil.
En la actualidad, los tranvías están volviendo a aparecer en ciudades de todo el mundo. Un ejemplo de esto es Europa, que cuenta con más de 210 redes de tranvías, un tercio de las cuales fueron introducidas en la década de 1990.
La región que más crece en este sistema de transporte es Asia-Pacifico, con ciudades como Shanghái y Sídney. Por otro lado, Melbourne tiene la mayor red del mundo, con un total de 250 km de vías.
No a todo el mundo le agrada la idea de los tranvías, pero ofrece múltiples ventajas. Los nuevos modelos pueden viajar a mayor velocidad y con carriles segregados, y aunque la construcción de las vías es más cara, los avances tecnológicos han permitido el desarrollo del tranvía-tren, que reutiliza antiguas líneas de ferrocarril. Ciudades como París y San Diego han utilizado este modelo de bajo coste en sus núcleos urbanos.
Anteriormente se consideraba a los servicios de transporte a domicilio como un método innovador, ahora se adopta un enfoque más equilibrado, que tenga en cuenta tanto los impactos positivos como los negativos, así como una regulación de estos servicios en la población.
Las metrópolis tendrán que adaptar las soluciones de movilidad a sus circunstancias específicas. La bicicleta y los patinetes serán una opción más adecuada para las ciudades muy pobladas y con centros pequeños, como Ámsterdam.
Las soluciones digitales se están convirtiendo en un elemento esencial para pensar en un sistema de transporte eficiente y práctico. Una encuesta realizada a líderes de 100 ciudades de todo el mundo reveló que, más de dos tercios, están probando o han instalado semáforos inteligentes o tecnologías de comunicación entre vehículos e infraestructuras.
Los sistemas de pago y emisión de billetes sin contacto son cada vez más comunes. Además de la comodidad que esto representa para los viajeros, el modelo sin contacto proporciona datos valiosos para crear nuevas estrategias de movilidad.
Todas las ciudades tienen algún tipo de aplicación para el transporte, aunque su funcionalidad varía y se limita principalmente a la planificación de rutas. La sofisticación de las tecnologías permitirá una adaptación de sistemas operativos de movilidad para toda la población.
Los flujos de datos entre el sector público y el privado son cada vez más importantes para comprender y gestionar el impacto de nuevos métodos de transporte y servicios digitales. Estos se han convertido en un requisito fundamental para gestionar la movilidad en las ciudades.
Las autoridades están adaptando modelos de datos abiertos y poniendo su información sobre movilidad a disposición de los ciudadanos. El Departamento de Transporte de Los Ángeles (LADOT) ha desarrollado la Especificación de Datos de Movilidad (MDS) para crear un mecanismo regulador sostenible, replicable y dinámico para hacer frente a las nuevas tecnologías y servicios de movilidad.
Sin embargo, esta iniciativa mencionada ha encontrado cierta resistencia. La preocupación por la privacidad y la seguridad ha hecho que algunos proveedores se muevan con lentitud para cumplir con la normativa. Las ciudades también deben protegerse de los riesgos que supone recopilar datos, y de cómo puede afectar a la toma de decisiones.
Una vez analizado los datos y las tendencias de las ciudades desde la última actualización, no se podía prever que los sistemas de movilidad se verían altamente alterados por el COVID-19. Es difícil saber qué cambios serán temporales y cuáles serán permanentes.
Cada sistema de transporte está arraigado en la cultura del lugar en el que opera, y los pasajeros son conservadores y no tienden a cambiar hábitos de viaje. Sin embargo, la movilidad está en un punto de inflexión y las circunstancias actuales ofrecen oportunidades para un replanteamiento.
Aunque muchas cosas son inciertas, las autoridades tienen una serie de políticas y herramientas para configurar sus sistemas de movilidad post-coronavirus, y serán ellos junto con los funcionarios de transporte, los proveedores y los ciudadanos de los que dependerá.