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Guía para jóvenes sobre el impacto profesional de la inteligencia artificial

¿En qué aspectos impactará la inteligencia artificial (IA) y qué habilidades serán necesarias para afrontar las tareas a las que afecte? Para responder a estas cuestiones, Deloitte y la Fundación Princesa de Girona han elaborado esta guía basada en entrevistas a jóvenes, profesionales, expertos y responsables de talento e innovación, además de en una encuesta a más de 2.500 personas.

La introducción de la IA Generativa en las empresas ha generado un amplio debate en torno a tres ejes: la destrucción de puestos de trabajo sin especialización y con un bajo componente manual; la necesidad de redimensionar los recursos y revisar las capacidades que se consideraban valiosas con un desajuste en capacitación del talento y la democratización de los beneficios tecnológicos.

Ante este análisis, hemos llegado a la conclusión de que el impacto de la inteligencia artificial en el mercado laboral no será tan disruptivo como se ha pronosticado. En lugar de reemplazar empleos de manera abrupta, la IA transformará progresivamente las tareas existentes, incrementando la eficiencia y la productividad. Esta evolución nos demandará fortalecer nuestras cualidades más humanas, y las habilidades colectivas adquirirán una mayor importancia. Además, la IA tiene el potencial de ser una palanca tecnológica; si se extiende de manera equitativa a toda la sociedad, podría contribuir a evitar la ampliación de la brecha tecnológica y los sesgos asociados.
 

Críticos, preocupados, pragmáticos e impulsores
 

Nuestro análisis clasifica a la sociedad en cuatro perfiles, según su actitud y conocimiento sobre Inteligencia Artificial: los críticos, sensibles al impacto de esta tecnología y con dudas y temores alimentados por una comprensión limitada; los preocupados, conscientes de las capacidades, limitaciones y amenazas de la IA; los pragmáticos con una visión de oportunidad y un conocimiento medio-bajo y los impulsores, con un nivel medio-alto y una visión más optimista.

En general, la sociedad es mayoritariamente crítica (54 %) y tiene poco conocimiento sobre IA. El 20 %, se clasifica como impulsor; el 17 %, como pragmático y el 9 %, como preocupado. Esta división se ve afectada por factores como la edad, el género, el nivel de estudios y el uso de IA. El rechazo crece con la edad, y se concentra más en grupos con una educación alejada de la tecnología y un uso limitado de aplicaciones de IA.

La mayor proporción de impulsores (36 %) se encuentra en la franja más joven de la encuesta. A medida que avanza la edad, el porcentaje se reduce al 11 %. De hecho, más del 65 % de los adultos entre 31 y 65 años se muestran críticos o preocupados. Entre los jóvenes hay un mayor porcentaje de preocupados (14 % frente al 9 % del total) debido a los mensajes negativos que reciben de los adultos sobre que la IA es una amenaza para la adquisición de conocimiento y la evolución intelectual.

Respecto al nivel formativo, el estudio revela que hay una brecha entre tecnólogos y humanistas. El 27 % de los impulsores tienen un conocimiento profundo en ramas técnicas.

Como sociedad, tenemos el deber de esforzarnos por incrementar la franja de personas que impulsan la inteligencia artificial. Esto implica no solo fomentar la educación y la formación en áreas relacionadas con la tecnología y la IA, sino también involucrar activamente a las instituciones y a las empresas en este proceso. Al hacerlo, no solo aseguramos un desarrollo más inclusivo y equitativo, sino que también potenciamos la innovación y el progreso, beneficiando a la sociedad en su conjunto.


Una apuesta por la formación
 

La protección de datos, la propagación de noticias falsas, el aumento de la brecha digital o la posibilidad de que la IA escape al control humano, son algunos de los temores más generalizados entre la población.

A pesar de estos temores, la mayoría de los participantes en el estudio apuesta por la formación, sobre todo los que ya tienen experiencia en el uso de la IA, y muestra una buena disposición para incorporarla. Los jóvenes se muestran menos interesados porque consideran que su aprendizaje es más autodidacta y espontáneo.

 

Una visión positiva
 

El estudio refleja una visión de la IA como una oportunidad a largo plazo, con cambios más progresivos de lo que se espera, que darán tiempo a reaccionar y aprender. Por lo tanto, la IA no va a tener un efecto disruptivo en el mercado laboral ya que transformará las tareas existentes poco a poco.

El hecho de que exista una tecnología, no quiere decir que automáticamente se adopte. Hay barreras para el desarrollo de la IA (regulaciones, costes, consideraciones éticas o medioambientales, etc.) y guardrails, como marcos institucionales y políticos, que buscan limitar sus riesgos y reconducir su avance para que sea más beneficiosa para todos. Sin embargo, para aprovechar todo su potencial es necesario que la sociedad sea más impulsora y fomente la formación y el uso reglado de la IA.


Las habilidades más valiosas
 

En general, se piensa que las habilidades del futuro estarán relacionadas con la tecnología, pero el análisis revela que las capacidades interpersonales y colectivas serán más importantes. La IA no deshumanizará a las personas, sino que exigirá el fortalecimiento de las cualidades más humanas ante la imposibilidad de que las máquinas juzguen la veracidad y ética de la información.

La tecnología tiene el potencial de generar nuevas oportunidades laborales y mejorar la eficiencia. Para lograrlo, Deloitte propone fomentar un mayor entendimiento a través de programas educativos y campañas de concienciación; desarrollar capacidades en todos los niveles formativos; promover un uso responsable de la tecnología con marcos legales, programas éticos y directrices surgidas de la colaboración de empresas e instituciones y mejorar la productividad y la eficiencia a través de la IA.

 

 

Nuestra visión

 

Nuestra perspectiva sobre la inteligencia artificial se basa en la confianza en su capacidad para transformar la sociedad de manera positiva. Estamos convencidos del valor que puede aportar y, con una gestión adecuada de los riesgos, creemos que puede ofrecer oportunidades para mejorar la productividad empresarial y potenciar el talento de nuestros jóvenes.

La creatividad, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo y la capacidad de adaptación se volverán más esenciales que nunca. La inteligencia artificial fomentará nuestras cualidades más humanas, y serán imprescindibles los valores positivos como la empatía, la honestidad y la integridad.

En conclusión, estamos ante una etapa que presenta grandes retos y oportunidades, donde la inteligencia artificial puede ser un motor clave para el desarrollo económico y la mejora de la calidad de vida. Es crucial que, como sociedad, trabajemos conjuntamente para maximizar sus beneficios, promoviendo una estrecha colaboración entre instituciones, empresas y ciudadanos. De esta manera, no solo impulsaremos el progreso tecnológico, sino que también destacaremos la importancia de la ética y la responsabilidad para garantizar un futuro más justo y equitativo.

 

La introducción de la IA Generativa en las empresas ha generado un amplio debate en torno a tres ejes: la destrucción de puestos de trabajo sin especialización y con un bajo componente manual; la necesidad de redimensionar los recursos y revisar las capacidades que se consideraban valiosas con un desajuste en capacitación del talento y la democratización de los beneficios tecnológicos.

Ante este análisis, hemos llegado a la conclusión de que el impacto de la inteligencia artificial en el mercado laboral no será tan disruptivo como se ha pronosticado. En lugar de reemplazar empleos de manera abrupta, la IA transformará progresivamente las tareas existentes, incrementando la eficiencia y la productividad. Esta evolución nos demandará fortalecer nuestras cualidades más humanas, y las habilidades colectivas adquirirán una mayor importancia. Además, la IA tiene el potencial de ser una palanca tecnológica; si se extiende de manera equitativa a toda la sociedad, podría contribuir a evitar la ampliación de la brecha tecnológica y los sesgos asociados.
 

Críticos, preocupados, pragmáticos e impulsores

 

Nuestro análisis clasifica a la sociedad en cuatro perfiles, según su actitud y conocimiento sobre Inteligencia Artificial: los críticos, sensibles al impacto de esta tecnología y con dudas y temores alimentados por una comprensión limitada; los preocupados, conscientes de las capacidades, limitaciones y amenazas de la IA; los pragmáticos con una visión de oportunidad y un conocimiento medio-bajo y los impulsores, con un nivel medio-alto y una visión más optimista.

En general, la sociedad es mayoritariamente crítica (54 %) y tiene poco conocimiento sobre IA. El 20 %, se clasifica como impulsor; el 17 %, como pragmático y el 9 %, como preocupado. Esta división se ve afectada por factores como la edad, el género, el nivel de estudios y el uso de IA. El rechazo crece con la edad, y se concentra más en grupos con una educación alejada de la tecnología y un uso limitado de aplicaciones de IA.

La mayor proporción de impulsores (36 %) se encuentra en la franja más joven de la encuesta. A medida que avanza la edad, el porcentaje se reduce al 11 %. De hecho, más del 65 % de los adultos entre 31 y 65 años se muestran críticos o preocupados. Entre los jóvenes hay un mayor porcentaje de preocupados (14 % frente al 9 % del total) debido a los mensajes negativos que reciben de los adultos sobre que la IA es una amenaza para la adquisición de conocimiento y la evolución intelectual.

Respecto al nivel formativo, el estudio revela que hay una brecha entre tecnólogos y humanistas. El 27 % de los impulsores tienen un conocimiento profundo en ramas técnicas.

Como sociedad, tenemos el deber de esforzarnos por incrementar la franja de personas que impulsan la inteligencia artificial. Esto implica no solo fomentar la educación y la formación en áreas relacionadas con la tecnología y la IA, sino también involucrar activamente a las instituciones y a las empresas en este proceso. Al hacerlo, no solo aseguramos un desarrollo más inclusivo y equitativo, sino que también potenciamos la innovación y el progreso, beneficiando a la sociedad en su conjunto.


Una apuesta por la formación

 

La protección de datos, la propagación de noticias falsas, el aumento de la brecha digital o la posibilidad de que la IA escape al control humano, son algunos de los temores más generalizados entre la población.

A pesar de estos temores, la mayoría de los participantes en el estudio apuesta por la formación, sobre todo los que ya tienen experiencia en el uso de la IA, y muestra una buena disposición para incorporarla. Los jóvenes se muestran menos interesados porque consideran que su aprendizaje es más autodidacta y espontáneo.

 

Una visión positiva

 

El estudio refleja una visión de la IA como una oportunidad a largo plazo, con cambios más progresivos de lo que se espera, que darán tiempo a reaccionar y aprender. Por lo tanto, la IA no va a tener un efecto disruptivo en el mercado laboral ya que transformará las tareas existentes poco a poco.

El hecho de que exista una tecnología, no quiere decir que automáticamente se adopte. Hay barreras para el desarrollo de la IA (regulaciones, costes, consideraciones éticas o medioambientales, etc.) y guardrails, como marcos institucionales y políticos, que buscan limitar sus riesgos y reconducir su avance para que sea más beneficiosa para todos. Sin embargo, para aprovechar todo su potencial es necesario que la sociedad sea más impulsora y fomente la formación y el uso reglado de la IA.


Las habilidades más valiosas

 

En general, se piensa que las habilidades del futuro estarán relacionadas con la tecnología, pero el análisis revela que las capacidades interpersonales y colectivas serán más importantes. La IA no deshumanizará a las personas, sino que exigirá el fortalecimiento de las cualidades más humanas ante la imposibilidad de que las máquinas juzguen la veracidad y ética de la información.

La tecnología tiene el potencial de generar nuevas oportunidades laborales y mejorar la eficiencia. Para lograrlo, Deloitte propone fomentar un mayor entendimiento a través de programas educativos y campañas de concienciación; desarrollar capacidades en todos los niveles formativos; promover un uso responsable de la tecnología con marcos legales, programas éticos y directrices surgidas de la colaboración de empresas e instituciones y mejorar la productividad y la eficiencia a través de la IA.

 

 

Nuestra visión

 

Nuestra perspectiva sobre la inteligencia artificial se basa en la confianza en su capacidad para transformar la sociedad de manera positiva. Estamos convencidos del valor que puede aportar y, con una gestión adecuada de los riesgos, creemos que puede ofrecer oportunidades para mejorar la productividad empresarial y potenciar el talento de nuestros jóvenes.

La creatividad, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo y la capacidad de adaptación se volverán más esenciales que nunca. La inteligencia artificial fomentará nuestras cualidades más humanas, y serán imprescindibles los valores positivos como la empatía, la honestidad y la integridad.

En conclusión, estamos ante una etapa que presenta grandes retos y oportunidades, donde la inteligencia artificial puede ser un motor clave para el desarrollo económico y la mejora de la calidad de vida. Es crucial que, como sociedad, trabajemos conjuntamente para maximizar sus beneficios, promoviendo una estrecha colaboración entre instituciones, empresas y ciudadanos. De esta manera, no solo impulsaremos el progreso tecnológico, sino que también destacaremos la importancia de la ética y la responsabilidad para garantizar un futuro más justo y equitativo.

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