La rápida propagación del virus del COVID-19 está exigiendo a los Gobiernos una actuación normalmente reservada a las guerras, las depresiones y las catástrofes naturales. Así pues, los Gobiernos están adoptando medidas drásticas para limitar el coste humano y las consecuencias económicas. Es el conjunto más trascendente de medidas de política pública y cambio de hábitos generalizado que la mayoría de nosotros hemos visto en nuestra vida.
En una crisis rápidamente cambiante, a medida que la información llega en enjambres desde todas las direcciones, los ciudadanos acuden a sus Gobiernos en busca de información, orientación y liderazgo. Esperan que se los mantenga seguros y sanos. La presión sobre las autoridades para que actúen es enorme. ¿Cómo pueden esperar obtener una mayor claridad en medio del caos? ¿Cómo pueden pasar de las soluciones ad hoc a un itinerario bien planificado hacia la recuperación? ¿Cómo pueden garantizar una respuesta más resiliente y eficaz en el futuro?.
Distintas partes del mundo se verán golpeadas en distintos momentos con una intensidad variable. Un análisis de datos exhaustivo será vital para que las autoridades puedan interpretar correctamente las señales y actuar en consecuencia.
Este estudio analiza cómo los Gobiernos deben pensar en las respuestas a corto y largo plazo a la crisis del COVID-19, y cómo pueden estructurar su toma de decisiones para abordar los desafíos que afrontan.
En el escenario actual, los Gobiernos pasarán por tres fases solapadas a lo largo del tiempo: respuesta, recuperación y reinvención. Lo ideal sería que pudiéramos predecir las fechas de transición de una fase a la siguiente.
Se deberá reevaluar la normativa y la legislación anterior para permitir que las tecnologías que han demostrado su eficacia durante la crisis, como la telemedicina y el teletrabajo, se conviertan en opciones permanentes para el Gobierno.
Si bien cada Gobierno encontrará su propio camino único a lo largo de las tres fases, es probable que todos se enfrenten a retos comunes, lo que abarca los esfuerzos necesarios para estar mejor preparados para la próxima crisis.
En cada fase, el parámetro rector del Gobierno debería ser su impacto en la población. A corto plazo, esto significa centrarse en la contención, el tratamiento y la supervivencia económica. A medio plazo, el objetivo se desplazará hacia la recuperación económica y el retorno a la normalidad. A largo plazo, deberíamos esperar salir mejor preparados para adaptarnos a esta crisis o a cualquier otra y estar mejor posicionados para promover el bienestar de nuestros ciudadanos.
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