La labor de los equipos dedicados a las funciones de cumplimiento normativo se centra fundamentalmente en el aseguramiento del cumplimiento de la normativa que afecta a cada sector, teniendo, además, como objetivo crear un cultura empresarial de cumplimento, responsabilidad social y buen gobierno.
Es importante recordar la importancia de establecer un programa de cumplimiento completo y eficaz que permita a las empresas la consecución ordenada de sus objetivos, más allá de la simple prevención del riesgo penal —en el ámbito de la contratación o la anticorrupción—, sino en todo lo que afecte a la organización. De no disponer de una política de cumplimiento y un código de buen gobierno que abarque todo los ámbitos del compliance, el responsable de cumplimiento normativo o profesional jurídico interno encargado de la gestión de los riesgos de cumplimiento de la sociedad tendrá muy difícil el desarrollo de su función, ya que necesita que la organización le marque primero las líneas de actuación a seguir.
Lo que sí parece cada vez más una realidad o una muestra de mayor sensibilidad y madurez en las empresas es la existencia de un modelo de cumplimiento desarrollado y de un canal de denuncia establecido, aunque todavía queda un largo camino por recorrer en temas relacionados con el establecimiento de códigos éticos.
En el desarrollo de las funciones relacionadas con la observancia es clave contar con los recursos y los medios necesarios para llevar a cabo la función de manera que permita gestionar, comunicar y supervisar las medidas implantadas por la organización para identificar a tiempo riesgos y dar respuesta a los mismos. Para ellos es necesario contar con una herramienta tecnológica de GRC (Governance, Risk & Compliance) para apoyar las funciones de cumplimiento.