El informe Deleveraging Europe presenta un análisis exhaustivo de las principales variables económicas, financieras y estructurales que influyen en la evolución del proceso de deleveraging en siete economías europeas clave: España, Alemania, Italia, Portugal, Grecia, Francia y Chipre. En un contexto global marcado por tensiones geopolíticas, persistencia inflacionaria y endurecimiento de las políticas monetarias, resulta crucial comprender la capacidad de adaptación y resiliencia de estos mercados ante un entorno cada vez más complejo.
El análisis pone el foco en elementos como el crecimiento económico, la estructura y robustez del sistema bancario, la calidad crediticia y el dinamismo del mercado secundario de activos, factores todos ellos determinantes a la hora de identificar patrones comunes y riesgos idiosincráticos. Esta comparativa proporciona una base sólida para la toma de decisiones estratégicas, tanto en operaciones de desinversión como en la identificación de oportunidades de inversión con retornos ajustados al riesgo.
España destaca por una notable capacidad de resistencia ante los cambios económicos y financieros vividos desde 2020. A pesar del entorno adverso, el sistema financiero ha capitalizado el ciclo alcista de tipos iniciado en 2022, manteniendo estables sus métricas de calidad de activos, con ratios de morosidad (NPL) en torno al 3,5%-3,6%. Esta evolución refleja una gestión activa del balance y una estrategia consolidada de optimización de capital, basada en la rotación de activos no estratégicos mediante transacciones en el mercado secundario.
Desde el plano macroeconómico, la recuperación post-COVID ha sido sostenida, impulsada por el repunte del turismo, la solidez del consumo interno y las exportaciones. No obstante, persisten retos estructurales relevantes: una elevada tasa de desempleo (11,4% prevista para 2024), dificultades de acceso a la vivienda y un endeudamiento público elevado, que condicionan la política fiscal y la estabilidad a largo plazo.
En términos de financiación, se observa una contracción del crédito, vinculada tanto al encarecimiento del coste del dinero como a la amortización anticipada de préstamos. Aun así, desde mediados de 2024 se detecta una recuperación progresiva en la originación de crédito al consumo, una palanca relevante para el crecimiento del PIB. La calidad crediticia continúa siendo sólida, con descenso en los préstamos en fase avanzada de deterioro y mantenimiento de los indicadores en niveles razonables. Los préstamos en fase intermedia, sin embargo, podrían generar nuevas oportunidades de desinversión en el corto-medio plazo.
El mercado secundario de activos ha experimentado un repunte muy significativo, con volúmenes de transacción que prácticamente se han triplicado desde 2022. Predominan las operaciones sobre carteras de préstamos no garantizados y de hipotecas residenciales, activos que siguen atrayendo el interés de inversores especializados debido a la resiliencia del mercado inmobiliario y al contexto de financiación favorable. Asimismo, el segmento de préstamos reperforming (RPL) muestra señales de maduración, consolidándose como una tipología con elevado potencial de rotación en los próximos ejercicios.
De cara a 2025, el sistema bancario español se posiciona con fundamentos sólidos: márgenes de intermediación al alza, baja morosidad y una cultura consolidada de gestión activa del riesgo. La esperada flexibilización de tipos en la segunda mitad de 2024 podría actuar como catalizador adicional para el mercado de NPLs. Además, se anticipa una posible reactivación del segmento de PYMEs en la actividad transaccional, ya sea mediante carteras específicas o integradas en paquetes más diversificados.
En síntesis, el entorno combina estabilidad bancaria, recuperación económica y dinamismo en los mercados de desinversión, configurando un escenario atractivo para inversores que buscan exposición en activos alternativos, sin obviar los desafíos estructurales que aún persisten.