Desde hace dos décadas las políticas energéticas de la Unión Europea han tenido como objetivo prioritario la lucha contra el cambio climático y la descarbonización del modelo energético europeos, sobre otros aspectos relacionados con la problemática ambiental.
La UE fue uno de los principales artífices del Acuerdo de París de 2015 y, con el cambio de ciclo de la Comisión Europea a partir de 2019, impulsó el Pacto Verde Europeo (European Green Deal) con el objetivo de transformar y modernizar la economía europea en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva. Como pasos concretos para la implementación de este Pacto, se adoptó en 2021 la Ley Europea del Clima, que establece, entre otras medidas, un objetivo de reducción de emisiones GEI del 55% para 2030.
En esta línea, la Comisión Europea publicó en julio de 2021 la primera entrega del paquete Fit for 55, un conjunto de medidas en materia de clima, energía, uso del suelo, transporte y fiscalidad para alcanzar los objetivos planteados. Esta primera entrega fue complementada, en diciembre de 2021, con medidas en el ámbito de la eficiencia energética en edificios, los gases renovables, el metano y los ciclos de carbono sostenibles.Pero llegó el 24 de febrero 2022, Rusia invadió Ucrania y, además de la catástrofe humanitaria, los mercados internacionales de energía retumbaron y sufrieron la mayor distorsión desde la crisis del petróleo en los años 70. La alta dependencia europea en materia energética de otros países, y en particular de Rusia, hizo que de repente la transición energética adquiriese una nueva dimensión de independencia energética. Para ello, la Unión Europea lanzó el plan REPowerEU que pretende reducir esta dependencia mientras acelera la transición energética y refuerza la resiliencia del modelo energético europeo.
La combinación de los planes Fit for 55 y REPowerEU supone acelerar de forma extraordinaria el ritmo de transformación de la economía europea: necesitaremos multiplicar por 5 el ritmo de reducción de demanda y por 3 el ritmo de reducción de emisiones logrado hasta la fecha. Como consecuencia de esta disrupción, los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIECs) se han quedado desactualizados en menos de 2-3 años desde su aprobación. Los Estados Miembros afrontan ahora el reto de actualizar sus planes en los próximos meses para que, en poco más de 8 años, logren la transformación de su modelo energético y la consecución de los objetivos que analizaremos a continuación.
El punto de partida de cada uno de los sectores de actividad en cada uno de los países es muy diferente, en función del contexto económico y energético de cada país, la madurez de las tecnologías de descarbonización, así como de las medidas ya planteadas en los respectivos PNIECs. Por tanto, el nivel de transformación, y su ritmo, no puede ser homogéneo entre sectores ni entre países. A pesar de ello, existen una serie de elementos que caracterizan de manera general la transformación en cada sector:
La contribución de todos los sectores es imprescindible para lograr los objetivos planteados, no existe ninguna “bala de plata” que nos permita alcanzar los objetivos, sino que únicamente con una transformación en todos los sectores de actividad se podrá conseguir el objetivo global. Existe un potencial de reducción de emisiones, adicional al planteado ya en los PNIECs, de entre 700 y 900 MtCO2eq al año, lo que debería permitir alcanzar los objetivos planteados por el Fit for 55 y el REPowerEU de 800 MtCO2eq. A la vez, esta transformación implicaría reducir en 100 bcm el consumo de gas natural (lo que representa dos tercios del gas que hoy importamos de Rusia5), adicional al planteado en los PNIECs, reduciendo la dependencia energética de este combustible y de su principal proveedor en Europa: Rusia.
El éxito de la transición energética y de la consecución de una mayor independencia energética descansa en afrontar seis retos transformacionales: comportamiento de los ciudadanos, desarrollo de ecosistemas, aprovechamiento de la energía cercana y circular, despliegue de las tecnologías necesarias para una mayor ambición, atracción de inversión privada, y desarrollo de una nueva regulación que defina un contexto atractivo para todos los agentes.