Durante 2025, la economía mexicana enfrentó una desaceleración, resultado de la tensión arancelaria, menor consumo privado y la contracción de la inversión pública y privada. No obstante, los ingresos presupuestarios mostraron un desempeño favorable, impulsados por los ingresos tributarios, al tiempo que los apoyos extraordinarios de inversión financiera a PEMEX elevaron los ingresos petroleros. En contraste, el gasto público se mantuvo prácticamente sin crecimiento debido a la caída de la inversión física, lo que restringió el avance de sectores como la construcción. Al mismo tiempo, el gasto no programable, particularmente el costo financiero de la deuda continuó presionando las finanzas públicas.
El déficit ampliado cerraría 2025 en 4.3% del PIB, 1.7 puntos porcentuales debajo de 2024, lo que implica menores necesidades de endeudamiento. Sin embargo, continúa elevado frente a niveles históricos y la consolidación fiscal luce incierta, dado que el déficit proyectado para 2026 (4.1%) supera lo estimado en años anteriores por SHCP. Aunque se han realizado esfuerzos de refinanciamiento y pago anticipado para disminuir la deuda, el SHRFSP continúa creciendo y se estima en 52.3% del PIB al cierre de 2025 y 2026, nivel que mantiene al país en “grado de inversión” según calificadoras, pero la tendencia al alza derivaría en un mayor riesgo crediticio.
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