En cualquier entorno competitivo, ya sea en el deporte o en la empresa, el éxito no depende solo del talento individual, sino de cómo se combinan las habilidades dentro del equipo. No basta con reunir a los mejores profesionales si no existe una visión común y un entendimiento claro de los roles de cada uno. El éxito en la gestión de equipos implica potenciar el máximo rendimiento de cada persona y asegurar que cada pieza encaje en la estrategia global.
Phil Jackson, exjugador y exentrenador de baloncesto de los Chicago Bulls y Los Ángeles Lakers, entendía que ganar campeonatos no dependía únicamente del talento de sus jugadores en la cancha. Su éxito radicaba en la sinergia, la confianza mutua y la complementariedad de habilidades, elementos clave para formar un conjunto cohesionado. Esa diversidad y capacidad de cooperación marcan la diferencia en cualquier equipo. En el mundo empresarial ocurre lo mismo: la combinación adecuada de perspectivas y estilos de trabajo permite afrontar desafíos con mayor eficacia y generar resultados sostenibles.
Los equipos directivos se enfrentan a desafíos constantes: la toma de decisiones rápida, la adaptación a cambios y la necesidad de innovar forman parte del día a día. Para superar estos retos, es fundamental contar con equipos diversos en habilidades y enfoques que permitan abordar la complejidad del entorno empresarial.
Gestionar equipos de manera eficaz requiere entender la combinación de perfiles que mejor se adapta a cada necesidad. Como en el deporte, la clave no está solo en el talento individual, sino en cómo se complementan las personas para afrontar los desafíos y alcanzar los objetivos.
Así como en un equipo deportivo cada jugador cumple con un rol específico en la cancha, en el ámbito empresarial es fundamental entender cómo las fortalezas individuales de cada profesional contribuyen al éxito del grupo. Para ello, en Deloitte hemos desarrollado la herramienta del Business Chemistry, una metodología que ayuda a los líderes de las organizaciones a comprender cómo las diferentes personalidades y estilos de trabajo de sus profesionales pueden complementarse para maximizar el rendimiento.
El Business Chemistry clasifica los estilos de comportamiento en cuatro categorías:
La combinación de estos perfiles permite construir equipos equilibrados y eficaces. Como en el deporte, donde cada jugador desempeña un papel específico, en una empresa es crucial asignar responsabilidades según las fortalezas de cada uno.
¿Y cómo afecta todo esto a un comité de dirección?
Independientemente de cuál sea tu rol entender tu estilo será clave para generar el máximo rendimiento, pero en el caso de los comités de dirección hay una tendencia clara identificada en un estudio de Deloitte: Aunque varía dependiendo de la función, el tamaño de la organización, la industria y el género el mayor % de CxOs son Pioneers, siendo un 36% frente a un 29% de Drives, 18% de Guardians y 17% de Integrators. Los estilos no son determinantes para asumir un rol pero pueden ser una guía de las características que son claves desarrollar para responder determinados retos.
Comprender las dinámicas del equipo y aprovechar la diversidad de estilos de trabajo mejora la comunicación, la toma de decisiones y la ejecución de estrategias. El verdadero éxito no depende solo del talento individual, sino de cómo se combinan y potencian las habilidades dentro del equipo.
¿Estás listo para formar un equipo ganador?