El cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones de CO2 fijados por la Unión Europea no solo supondrán una mejora de la calidad de vida de los españoles, sino que además se traducirá en una serie de beneficios económicos para los hogares y para la economía del país en general.
La extensión del uso de la electricidad a todos los sectores de actividad en los que sea posible es, junto con las medidas de eficiencia energética, el camino más eficiente para lograr los objetivos de descarbonización pero, ¿cómo conseguir activar estas palancas?
Atendiendo al grado de electrificación de la demanda y al grado de eficiencia energética de equipos podemos plantear 4 posibles escenarios:
Las políticas energéticas, medioambientales y fiscales no han cambiado significativamente. El vector energético más utilizado en 2030 sigue siendo los productos petrolíferos, el uso de electricidad no ha aumentado prácticamente su peso en el modelo energético, y el consumo de gas aumenta ligeramente.
Se ha producido un esfuerzo muy relevante en impulsar la penetración de vehículos eléctricos, el cambio modal del transporte de mercancías hacia el ferrocarril eléctrico y en la electrificación de los consumos en edificación. El gas natural crece fundamentalmente en el transporte pesado y la industria.
El esfuerzo se ha enfocado en el desarrollo de la eficiencia energética. En el sector transporte mediante la reducción de las emisiones (y el consumo) de los nuevos vehículos de combustión interna. En el sector edificación se ha apostado masivamente por las rehabilitaciones de edificios. El gas natural es el vector energético con mayor desarrollo, fundamentalmente por el incremento de su uso en el transporte pesado, la industria y la edificación.
En este modelo se han impulsado todas las palancas posibles para la descarbonización con la vista puesta en 2030 y 2050. Se ha producido una penetración relevante del vehículo eléctrico a 2030 y de la electrificación de la demanda en todos los sectores de la economía. El gas natural y la electricidad, son los vectores energéticos que más crecen en la transición. La eficiencia energética de equipos también se ha potenciado, se alcanza un relevante nivel de rehabilitaciones anuales de edificios, y una relevante ganancia de eficiencia en los vehículos convencionales.
Las principales conclusiones del análisis de estos escenarios serían:
Debido a las incertidumbres existentes, las políticas sobre el mix de generación deberán mantener la mayor cantidad de opciones abiertas para tomar las decisiones más eficientes.
El almacenamiento eléctrico, pese al importante desarrollo experimentado en los últimos años, no alcanzara la madurez suficiente para prestar servicios de respaldo al sistema eléctrico de manera masiva antes de 2030, por lo que las tecnologías convencionales seguirán siendo imprescindibles para proveer este servicio.
Tomar decisiones precipitadas sobre el mix de generación podría implicar unas mayores necesidades de inversión y afectar al coste eléctrico a los consumidores. En este sentido, mantener en el mix las plantas de generación convencional ya instaladas permitiría:
La transición del modelo energético requiere una serie de inversiones que hasta el año 2050 podrían ser 310.000 millones de euros superiores a las planteadas en el escenario Continuista. Pero también debemos considerar la reducción de las importaciones energéticas, ya que atendiendo a este criterio, un escenario de transición energética sería más económico que el escenario Continuista.
El consumidor se verá beneficiado de un suministro eléctrico más económico. Estas inversiones permitirán relevantes reducciones en la tarifa eléctrica para los consumidores finales, tanto en 2030 como en 2050, derivadas fundamentalmente de la dilución de los costes fijos del sistema eléctrico entre una demanda eléctrica muy superior a la actual. La tarifa eléctrica en 2030 en este escenario sería un 30-35% inferior a la tarifa media actual, mientras que a 2050 dicha reducción sería casi del 50-55%.
Las Administraciones Públicas necesitan pasar a la acción y dar un paso decidido hacia la transición del modelo energético, para ello deberán focalizarse en desarrollar medidas que actúen en cuatro aspectos:
El cambio climático y sus consecuencias requieren de cambios importantes en nuestro modelo energético. Estos cambios necesitan de una actuación coordinada de todos los niveles de las Administraciones Públicas, empresas y consumidores. La transformación del modelo energético no es solo una necesidad para asegurar la sostenibilidad, también es una oportunidad para fomentar la actividad de nuestras empresas y desarrollar una economía más competitiva.
Desde Monitor Deloitte hemos publicado los estudios "Un modelo energético sostenible para España en 2050” y “Un modelo de transporte descarbonizado para España en 2050 en el que podrás ampliar la información sobre cómo alcanzar el objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero marcado por la Unión Europea.