En medio de la coyuntura actual del país en materia geopolítica, de expectativas sociales y riesgos; las instituciones financieras se encuentran en una encrucijada: ¿esperar mayor claridad o avanzar decididamente en sus estrategias de transición hacia la sostenibilidad?
Cada vez más bancos han planteado que las finanzas para la transición deben ser proactivas, integradas y centradas en la acción. Proponen apoyar a clientes en sectores intensivos en emisiones a lo largo de su proceso de transformación, sin excluirlos ni castigarlos, sino financiando el cambio. Esta postura reconoce que alcanzar las metas del Acuerdo de París requiere un enfoque inclusivo, que combine financiamiento climático, social y de adaptación.
En ese contexto, cada vez más instituciones financieras están adoptando lo que Deloitte ha llamado “no-regret moves” o, en español, decisiones sin arrepentimiento: acciones que fortalecen la estrategia de transición independientemente de los escenarios futuros. Estas decisiones ayudan a ganar resiliencia, fortalecer relaciones con clientes y avanzar hacia un modelo financiero más alineado con una economía sostenible.
La estrategia de transición no puede ser estática. Sin embargo, detenerse hasta tener certeza puede ser más riesgoso que actuar. Las instituciones financieras que avanzan con una visión clara, basada en principios, datos y colaboración, estarán mejor posicionadas para enfrentar los cambios y generar valor en el mediano y largo plazo.
La transición sostenible no es una opción, es una necesidad, y las finanzas, cuando están bien diseñadas, pueden ser el motor que acelere ese proceso.