Los efectos del cambio climático se han agravado en los últimos años. El incremento de las temperaturas está cambiando los patrones climáticos y alterando el equilibrio de la naturaleza. Si las emisiones de CO2 se mantienen a la misma velocidad en el periodo comprendido entre 2030 y 2050, la temperatura de la Tierra aumentará 1.5ºC. Todo ello conlleva numerosos riesgos para los seres humanos y, por extensión, para todas las demás formas de vida de nuestro planeta.
En este contexto, el ámbito empresarial tiene la oportunidad de impulsar el cambio. Una responsabilidad que la sociedad y los propios consumidores demandan de las organizaciones, quienes deben responder ante esta preocupación adaptando su modelo de negocio para integrar los factores éticos, sociales y medioambientales y, de esta manera, generar un impacto positivo en el entorno que les rodea.
Este proceso de adaptación implica que los Órganos de Gobierno asuman un nuevo rol y tengan en cuenta al cambio climático como uno de los aspectos clave en los que se debe implicar, integrar en su estrategia y tomar decisiones.
Según nuestro estudio The Audit Committee Frontier – addressing climate change, el 42% de los encuestados, con perfiles pertenecientes a Órganos de Gobierno de empresas, considera que su compañía no cuenta con una estrategia clara, definida y firme para combatir el cambio climático. En este contexto, la preocupación ambiental todavía está lejos de ser una prioridad para estos Órganos de la gran mayoría de las organizaciones.
Según esta encuesta, que recoge más de 350 opiniones a nivel global de diferentes consejeros, la gran mayoría -un 87%- reclama más formación sobre esta temática. Además, el 79% exige que se garantice una buena gestión de la información y el 78% demanda que se alinee internamente la estrategia climática.
El ámbito regulatorio,que se encuentraen constante progreso, es otro factor relevante que afecta a la gestión del cambio climático por parte de las organizaciones. Sin una adecuada preparación, las empresas tienen dificultad para adaptarse a un entorno que no deja de evolucionar y que destaca por su complejidad.
Los resultados del estudio denotan una mejora en este ámbito, ya que casi la mitad de los participantes en la encuesta indicaron que no creen estar bien capacitados para cumplir con las responsabilidades regulatorias vinculadas con el clima.
Estos grandes retos presentan la incógnita de si las empresas buscarán nuevas estrategias para revertir la situación. Con un problema global, la solución no puede ser individual. Por ello, las organizaciones no deberían ir solas en el proceso, sino que la colaboración entre ellas es esencial. En este sentido, la dificultad para colaborar y establecer alianzas con partners preocupa a 5 de cada 10 miembros de los Órganos de Gobierno, a pesar de ser uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, concretamente el 17.
Negocio y propósito
Las empresas tienen la oportunidad de marcar la diferencia y diseñar nuevas vías que contribuyan a paliar los efectos del cambio climático. Para ello, el objetivo económico que persigue toda compañía debe complementarse con la definición de su propósito, así como la medición de su impacto en la sociedad y en susgrupos de interés. De esta manera, la compañía incrementará su capacidad de liderazgo y diferenciación.
Según se muestra en la encuesta de Deloitte, poco a poco las inversiones en materia de cambio climático van teniendo un impacto considerable en las cuentas de resultados, tal como afirma el 18% de los participantes.
A este respecto, Concha Iglesias, socia líder de Climate & Sustainability de Deloitte, destaca “el impulso que está habiendo en la percepción de las organizaciones en materia de cambio climático. La Alta Dirección es consciente de que necesita implicarse en este y en otros temas del ámbito de la sostenibilidad, por los beneficios positivos que aportan para el medio ambiente y para el conjunto de la sociedad, pero también porque inciden positivamente en la cuenta de resultados y en la competitividad de sus empresas”.
La frecuencia con la que se aborda el cambio climático en los consejos y comisiones delegadas indica la relevancia de esta temática para el Buen Gobierno. Según los resultados de la encuesta, cerca del 60% de los consejos no trata este tema en sus reuniones. En el caso de Europa, un pequeño porcentaje -un 7%- de los consejos trata el cambio climático como una cuestión más dentro de su agenda. En esta línea, Xavier Angrill, socio responsable del Centro de Excelencia de Gobierno Corporativo de Deloitte, señala que “si el Consejo apuesta por integrar el cambio climático entre los aspectos estratégicos de la compañía, es necesario que lo aborden de manera formal y que forme parte recurrente de sus sesiones”.
Por otro lado, los retos internos más destacados a la hora de abordar el cambio climático son: contar con una estrategia de reducción de carbono clara y consensuada; tener un plan de acción con objetivos para implicar a toda la organización (65%); y mejorar la calidad de la información (46).
Por último, es importante que desde el Consejo se siga apostando por iniciativas que reduzcan el impacto medioambiental de la compañía y muestren su compromiso con el cambio climático, haciendo hincapié en la formación de los empleados y alineándolas con la estrategia corporativa.
Nos encontramos en un momento clave. Las organizaciones tienen la oportunidad de liderar la lucha contra el cambio climático. Para seguir avanzando, es imprescindible que los principales Órganos de Gobierno de las compañías se impliquen e impulsen una hoja de ruta. De ello, dependerá su propia sostenibilidad a largo plazo.