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El recibo de la luz bajará hasta el 55% si se cumplen los objetivos de reducción de emisiones de CO2

Una transición inteligente hacia un modelo energético sostenible para España en 2050

Se prevé una inversión de 510.000 millones de euros entre 2017 y 2050 para poner en marcha medidas que permitan la electrificación de la demanda y la eficiencia energética en la edificación.
La descarbonización permitirá un ahorro de 380.000 millones a largo plazo en importaciones de combustibles fósiles e impulsará la actividad económica y la creación de empleo en los sectores de energías renovables, de redes, eficiencia y rehabilitación de viviendas.

El cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones de CO2 fijados por la Unión Europea no solo supondrá una mejora de la calidad de vida de los españoles, sino que además se traducirá en una serie de beneficios económicos para los hogares y para la economía del país en general, si se lleva a cabo una transición inteligente del modelo energético.

Uno de los más destacados será la rebaja del recibo de la luz. La extensión del uso de la electricidad a todos los ámbitos y sectores en los que sea posible – vehículos eléctricos, transporte de mercancías por ferrocarril, usos térmicos del hogar, entre otros –, es, junto con actuaciones muy decididas de eficiencia energética en todos los sectores, el único camino posible para lograr las metas de descarbonización.

El fuerte crecimiento de la demanda eléctrica derivado de ese proceso de electrificación permitirá que la tarifa eléctrica se reduzca hasta el 35% en 2030 y hasta el 55% en 2050, que es el horizonte fijado en los objetivos de reducción de CO2 - entre el 80% y el 95% de las emisiones de 1990 -. Y eso teniendo en cuenta las significativas inversiones en renovables y redes eléctricas que habría que acometer.

Así se desprende del informe “Una transición inteligente hacia un modelo energético sostenible para España en 2050: la eficiencia energética y la electrificación”, elaborado por Monitor Deloitte y presentado hoy en Madrid. “Este proceso de descarbonización no es una obligación sólo de las empresas o de la administración, los hogares también tienen que contribuir, dado que la edificación - residencial y de servicios - supone una parte muy importante del consumo energético y de las emisiones del país”, señaló Alberto Amores, socio de Monitor Deloitte, durante la presentación del estudio.

A modo de ejemplo, una vivienda media podría reducir el consumo de energía un 40%, bien mediante una rehabilitación integral – cerramientos, ventanas, sustitución de equipos de calefacción, aire acondicionado, iluminación y electrodomésticos – o, alternativamente, con el uso de una bomba de calor eléctrica, con la ventaja de que esta última opción es mucho más sencilla y su coste es cuatro veces inferior al de la rehabilitación. 

El informe plantea además, entre sus recomendaciones, cambios en la tarifa eléctrica, como la eliminación de costes no relacionados con el suministro eléctrico – tasas e impuestos – o una mayor adaptación del coste a las franjas horarias. Actualmente la tarifa eléctrica de España es la séptima más cara de Europa.    

Al ahorro sustancial en la factura eléctrica que pagarían los hogares y las empresas, habría que añadir los ahorros que los consumidores obtendrían en caso, por ejemplo, de cambiar de coche, ya que el coste de “llenar el depósito” de un vehículo eléctrico es entre cuatro y cinco veces inferior al coste del mismo depósito para un vehículo que use combustibles fósiles.

Invertir en sectores que generan riqueza y empleo

La economía española en general también se beneficiará de este proceso de electrificación, que supondrá un ahorro de costes, el aumento de la riqueza, creación de empleo y un significativo incremento de la competitividad.

El informe establece cuatro escenarios diferentes para los próximos años, entre los que destacan el de Alta eficiencia eléctrica - el único que permite cumplir con los objetivos de descarbonización y que considera una electrificación muy alta de la economía y actuaciones muy intensas en eficiencia energética - y el escenario Continuista - se sigue más o menos como hasta ahora en cuanto al peso de los productos petrolíferos y en el resto de actuaciones de eficiencia energética -. En todos los escenarios, el gas natural tiene un peso creciente durante la transición. El escenario de Alta eficiencia eléctrica es además el único que puede hacer frente a los objetivos más ambiciosos de reducción de CO2 que ya está planteando Europa. 

En este contexto, Monitor Deloitte destaca que, si bien el escenario de Alta eficiencia eléctrica supone unas inversiones muy superiores Continuista, a largo plazo conlleva un importante ahorro en importaciones de combustibles fósiles, estimado en unos 380.000 millones de euros; así, el escenario descarbonizado puede ser incluso más barato en costes totales que el Continuista. En concreto, se estima que el escenario de Alta eficiencia eléctrica supone un total de 510.000 millones de inversiones entre 2017 y 2050 y un gasto en importaciones de hidrocarburos de unos 620.000 millones, mientras que en el escenario Continuista sealcanzan los 200.000 millones de inversiones y 1 billón de gasto en importaciones de petróleo y gas.

Es decir, el escenario descarbonizado, además de cumplir con los objetivos medioambientales, supone un ahorro de 380.000 millones en importaciones de combustibles y dinamiza la actividad económica, al cambiar el gasto en hidrocarburos por una mayor inversión.

El escenario de Alta eficiencia eléctrica impulsaría la economía, ya que las inversiones que contempla se centran en sectores con un gran impacto en la generación de riqueza y creación de empleo. Las inversiones totales - 510.000 millones entre 2017 y 2050 - se repartirían entre los siguientes sectores: rehabilitación de edificios y medidas de eficiencia energética - 110.000 millones -; puesta en marcha de centrales de energía renovable - 105.000 millones -; cambio modal del transporte de mercancías al ferrocarril y apoyo a la compra de coches eléctricos - 45.000 millones -; desarrollo de redes de transporte y distribución de electricidad - 40.000 millones -; y medidas de eficiencia en la industria - 10.000 millones -.

Monitor Deloitte recomienda fijar una serie de objetivos para lograr los objetivos de descarbonización: una reducción del consumo energético por vivienda rehabilitada del 40% en 2030; 250.000 vehículos eléctricos en 2020 y el 60% de las ventas totales de coches en 2030; 4.000 postes de recarga para vehículos eléctricos y 10.000 electrolineras en 2020; el 20% de las mercancías transportadas por ferrocarril eléctrico en 2030 y uso de gas natural en el transporte de mercancías por carretera. Además, propone impulsar la transformación de la industria de fabricación de vehículos convencionales para aprovechar el avance de la movilidad eléctrica, desarrollar la industria de fabricación, operación y mantenimiento de equipos de generación y redes, y fomentar el sector de la construcción y rehabilitación sostenible. 

La transformación del modelo energético no es solo una necesidad para asegurar la sostenibilidad, también es una oportunidad para fomentar la actividad de nuestras empresas y desarrollar una economía más competitiva”, destacó Alberto Amores.

La inversión en almacenamiento podría superar los 10 billones sin plantas de carbón o gas

El informe hace hincapié en que para conseguir los objetivos de descarbonización en el horizonte del año 2030 es importante mantener abiertas todas las opciones de generación de energía, sobre todo debido a la incertidumbre que plantea el desarrollo de tecnologías de almacenamiento a gran escala. Aunque ha habido importantes avances, el estudio descarta que las baterías eléctricas puedan cumplir esta misión en los próximos 10 o 15 años; en 2030 su capacidad de respaldo sería muy limitada y el coste frente a tecnologías convencionales, excesivamente elevado. En concreto, el informe calcula que si en 2030 no hubiera plantas de respaldo térmico convencional, se necesitaría una inversión en almacenamiento de entre 10 y 30 billones de euros, un coste inasumible para el consumidor eléctrico.

El mantenimiento de las plantas de generación eléctrica convencional es necesario mientras se sigue avanzando en la instalación de plantas eólicas y solares – el 27% de la demanda final de energía debe ser renovable en 2030 – y en las nuevas tecnologías de almacenamiento. Esto permitirá garantizar la seguridad del suministro y mantener el coste de generación en niveles aceptables.

En este sentido, el informe advierte del sobrecoste que supondría cerrar de forma anticipada las centrales térmicas convencionales y las nucleares, ya que obligaría a abrir otras nuevas centrales térmicas que aseguren el respaldo, lo que elevaría los costes y no reduciría las emisiones.

De esta manera, en escenarios de alta electrificación, el previsible cierre de todas las plantas de carbón nacional en 2020 obligaría a construir nuevas centrales térmicas en el horizonte de 2025, con un coste de 800 millones de euros. En estos mismos escenarios el cierre de las centrales de carbón importado en 2030 conllevaría un coste de 3.000 millones en nuevas centrales de respaldo, mientras que la no extensión de la vida operativa de las centrales nucleares supondría una inversión adicional de 3.000 millones de euros. En total, una inversión de 6.800 millones de euros en nuevas centrales térmicas.