La recuperación progresiva de la crisis originada por el COVID-19 en nuestro país comenzaría en el cuarto trimestre de este año, 2020, según el informe "El camino de la recuperación de la industria de Consumo", elaborado por el equipo de Monitor Deloitte. El análisis, centrado en los sectores de la industria de Consumo en España (retail, alimentación, viajes, hoteles, restauración, automoción, farmacia y vivienda), plantea dos escenarios macroeconómicos de evolución de la crisis generada por el COVID-19, y desarrolla el más probable a fecha de hoy, el escenario de Contención Gradual, ante la incertidumbre actual.
El objetivo de este análisis es que sirva como marco de reflexión a las empresas a la hora de definir y adecuar sus planes de negocio para afrontar la recuperación, que tendrá lugar entre los próximos 3 y 18 meses, en función de la industria, según nuestras estimaciones
Fernando Pasamón, socio responsable global de Consultoría del sector Retail, y responsable nacional de la industria de Bienes de Consumo y Distribución de la Firma.
Según el análisis, los primeros impactos económicos del COVID-19 dejan entrever una crisis diferente a las vividas con anterioridad: el ICC (Índice de Confianza del Consumidor) sufriría las mayores caídas mensuales históricas, pasando del 86% en febrero de este año, al 50% en abril. También queda reflejado el gran peso y evolución del e-commerce sobre el total del consumo, que en tan solo una semana pasó de representar el 28% (a fecha 2 de marzo) a constituir el 59% (a fecha 9 de marzo), situándose finalmente en el 74% (a fecha 29 de marzo).
Ante la situación de incertidumbre, se prevén distintos escenarios de evolución potencial de la crisis del COVID-19. El primer escenario –y más probable- es el de contención gradual, en el que el principal supuesto es que las restricciones a la movilidad que vivimos actualmente contienen el pico de la crisis sanitaria. Así, la duración de las restricciones implantadas el 14 de marzo se prolongaría entre 4 y 5 meses más, aunando el periodo de confinamiento generalizado en los hogares (2 meses aproximadamente) y el periodo de distanciamiento social severo (de unos 2 o 3 meses aproximadamente, hasta julio o agosto).
En este primer escenario planteado, las medidas de apoyo y ayudas públicas limitarían una parte importante del daño, contribuyendo a la reactivación paulatina de la actividad, a costa de una gran inestabilidad de las finanzas públicas. Según estimaciones de Monitor Deloitte en base al consenso de los principales analistas, se daría una recuperación progresiva desde el cuarto trimestre de este año 2020.
En el segundo escenario, menos probable, desde luego, actualmente, la prolongación de la crisis, las medidas de contención habrían fracasado y la pandemia no remitiría hasta que se dispusiera de vacunas y tratamientos de manera generalizada. En este supuesto, las medidas públicas no lograrían evitar importantes daños al tejido productivo y empresarial y se requerirían por tanto varios años de estímulo para la reconstrucción.
La recuperación de los sectores estará marcada por los hitos sanitarios y económicos, la movilidad y la confianza del consumidor:
"Las compañías deben dotarse de mecanismos de gobierno y de gestión que ayuden a anticipar y gestionar crisis futuras, sanitarias o de otro tipo, que se caractericen por la velocidad, profundidad y por el origen externo a las dinámicas habituales y competitivas de los mercados"
Fernando Pasamón, socio responsable global de Consultoría del sector Retail, y responsable nacional de la industria de Bienes de Consumo y Distribución de la Firma.
La crisis del COVID-19 en España está teniendo un impacto significativo en el comportamiento del consumidor, acelerando unas tendencias y ralentizando o modificando otras. Algunos de los cambios que traerá consigo serán puntuales y volverán a su estado original en los próximos meses, pero otros serán estructurales.
Así, en el área de la salud, ha aumentado la obsesión por la higiene y el distanciamiento social, provocando cambios estructurales como el aumento de los seguros privados o el recurso a la farmacia como centro de salud. En el plano del ocio y del consumo, propiamente dicho, atendemos al auge de lo local en detrimento de lo internacional, así como el desdoblamiento de la sensibilidad al precio. Aumentaría también la afinidad con aquellas marcas consideradas como "seguras" por los consumidores, así como la tendencia del "take away" y el "last minute" (menor anticipación), entre otras.
Esto traería consigo cambios estructurales como el crecimiento del e-commerce, la proliferación de apps (de gimnasia, cocina, DIY, etc.), potenciaría la realidad virtual, aumentada y la impresión 3D, los consumidores primarían la cercanía y se bifurcaría el ocio (aire libre y en casa), descendiendo los pagos en efectivo.
Por su parte, en el sector del transporte ha crecido la desconfianza del modelo del "sharing", y por tanto también la predisposición a hacer uso del transporte público, prefiriendo el privado. Esto implicaría cambios estructurales como el aumento del teletrabajo y las reuniones virtuales, así como de la educación online a distancia.
En un ámbito más cercano o personal, aumentaría el ahorro de los hogares, disminuyendo la inversión (casa, coche), los valores tradicionales (familia, sostenibilidad, naturaleza) se verían reforzados, así como la solidaridad y la empatía. Esto implicará cambios estructurales como el aumento de las comunidades virtuales (redes sociales), y una mayor propensión a lo digital y a la apertura de datos personales entre otros.