En el mundo en el que vivimos captar la atención de los estímulos es un reto cada vez mayor. Ya no es suficiente con crear mensajes impactantes y novedosos: ahora es necesario comunicarnos con cada uno de nuestros potenciales clientes de forma única, apelando a sus gustos, intereses y necesidades de forma individualizada. Ante este escenario, la personalización en nuestra oferta de productos y servicios es clave para el éxito.
Pero, ¿qué es la personalización? La personalización es el conjunto de estrategias y acciones que nos permiten ofrecer una oferta de productos y servicios diferenciados para cada cliente. Por ello, poner el foco en el quién y no en el qué, cediendo el protagonismo de las campañas a los consumidores en vez de a los productos. Además, este imperativo de ajustar los contenidos a cada consumidor alcanza su cuota máxima cuando las empresas se enfrentan a los Millennials. Esta generación, cuyo poder de compra e influencia crece día a día (suponen cerca del 24% de la población mundial), demuestra en sus respuestas una necesidad mayor de establecer una relación one-to-one con las marcas, de manera que pueden estar seguros de que estas escuchan y atienden sus exigencias.
Cuatro pasos para lograr la personalización
Demostrar la eficacia de una estrategia basada en la personalización es fácil, lo difícil viene después, una vez que se ha establecido su necesidad y se comienza a planificar las acciones a llevar a cabo. Sin embargo, existen cuatro pasos imprescindibles para desarrollar y poner en marcha el plan de marketing:
- Identificar: consiste en recabar datos relevantes sobre los consumidores de una determinada marca, sobre sus preferencias, sus hábitos y expectativas de manera que se pueda conocer cómo satisfacer sus necesidades. Aunque no sólo es eso, conocer los datos básicos de cada consumidor permite empezar a realizar campañas de personalización sencillas pero efectivas, como por ejemplo, customizar los mails para que aparezca el nombre del usuario o, como hace Amazon, enviar recomendaciones de productos similares o crear páginas web ajustadas a las últimas interacciones.
- Diferenciar: una vez en posesión de la información, es necesario desgranarla, segmentar a sus consumidores según sus prioridades de forma más detallada. Cuanto más segmentada esté la base de datos de los clientes, mayor será su eficacia. La segmentación permite ofrecer contenidos diferentes que puedan resultar atractivos a aquel que los recibe. Un ejemplo de esto es LinkedIn, que pone al servicio de sus usuarios productos y servicios diferentes según su lugar de residencia, industria en la que trabaja o puesto que ocupa en su empresa.
- Interactuar: hay que identificar los canales a través de los cuales los consumidores quieren ser contactados, ajustando mensaje y medio a sus preferencias personales. Así, podremos lanzar el mismo mensaje a través de medios diferentes según a quién nos dirijamos, aumentando de forma exponencial su efectividad. Pero para que esta etapa sea realmente efectiva, es necesario que exista colaboración entre todos los canales, de manera que el mensaje sea uniforme y coordinado entre ellos.
- Customizar: Aquí entran en juego las habilidades para hacer atractivos los productos y servicios, personalizándolos a las necesidades de cada consumidor. Además, también es importante adaptar las cualidades de una marca a aquellos temas o planteamientos que interesen a un sector de la población.