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Perspectiva de la industria del petróleo y el gas para 2025

Enfocarse en la disciplina de capital, centrarse cada vez más en el cliente y realizar inversiones en nuevas tecnologías puede ayudar a las empresas a sortear la incertidumbre económica, geopolítica y regulatoria en 2025.

2025 Oil and Gas Industry Outlook

Durante 2024 el mercado del petróleo crudo y el gas natural se vio inmerso en un escenario complejo, en el que la oferta, cuidadosamente controlada por la OPEP+, se enfrentó a una demanda variable en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas, debilidad macroeconómica y una transición energética en constante avance. A pesar de estos desafíos, se logró mantener la estabilidad de los precios, con el crudo Brent fluctuando de manera moderada entre 74 y 90 dólares por barril, lo que convirtió a 2024 en uno de los años más estables en los últimos 25 años. Este desempeño se reflejó asimismo en una robusta disciplina financiera: la industria llegó a distribuir cerca de 213.000 millones de dólares en dividendos y efectuó recompras por 136.000 millones de dólares hasta mediados de noviembre.

Las empresas del sector han enfocado sus esfuerzos en priorizar inversiones de alto rendimiento y mejorar la eficiencia operativa. En los últimos cuatro años, se registró un incremento del 53% en los gastos de capital y un crecimiento cercano al 16% en el beneficio neto. Este sólido desempeño se vio también reflejado en el sector de servicios petroleros, que experimentó su mejor rendimiento en 34 años, impulsado por la adopción de innovaciones digitales, estrategias de reducción de costos y una apuesta decidida por proyectos de baja emisión de carbono para diversificar riesgos y posicionarse en el futuro energético.

En paralelo, la Cuenca Pérmica se consolidó como el motor de la producción estadounidense, aportando el 46% del crudo y el 20% del gas natural del país. Sin embargo, el crecimiento acelerado en la producción de gas ha generado cuellos de botella en la infraestructura, evidenciado por la utilización de gasoductos que supera el 90% y la aparición de precios spot negativos en el Waha Hub. Para contrarrestar estas limitaciones, se han iniciado proyectos como el gasoducto Matterhorn Express, y se esperan nuevas construcciones que, en conjunto, aliviarán la presión sobre la infraestructura y permitirán optimizar la producción y la rentabilidad en el mediano plazo.

Asimismo, el sector de servicios petroleros ha iniciado una transformación importante. Después de años en que la eficiencia en el desarrollo de esquisto redujo los márgenes de este segmento, se observa una recuperación notable gracias a la innovación y la digitalización. Las empresas han adoptado soluciones tecnológicas que no solo mejoran la eficiencia y reducen costos, sino que también abren nuevas oportunidades en áreas como la captura de carbono y la generación de hidrógeno, permitiendo una diversificación que contrarresta la ciclicidad del mercado tradicional.

Por otro lado, las compañías petroleras nacionales, en especial aquellas de Medio Oriente y los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, se enfrentan al reto de equilibrar la oferta y la demanda, cumplir con los compromisos de descarbonización derivados de la COP28 y sostener sus economías en un entorno donde los precios pueden situarse por debajo de sus puntos de equilibrio fiscal. A pesar de estas dificultades, mediante alianzas estratégicas, inversiones en infraestructura y una transición hacia tecnologías de bajas emisiones, estas empresas están fortaleciendo su capacidad productiva y diversificando sus portafolios energéticos para adaptarse a un mercado global en transformación.

El sector de refinación y comercialización, por su parte, se encuentra en una encrucijada. Con proyecciones de crecimiento modesto para los combustibles tradicionales y desafíos significativos en el segmento de combustibles renovables –donde se registra un exceso de oferta y márgenes reducidos–, las refinerías se ven obligadas a replantear sus estrategias. La optimización de las cadenas de valor existentes, la integración de tecnologías digitales y la creación de sinergias mediante alianzas estratégicas con sectores adyacentes, como el agrícola para el suministro de materias primas, resultan esenciales para enfrentar las presiones del mercado y mejorar la rentabilidad en un entorno de alta incertidumbre.

Finalmente, en el ámbito de las políticas energéticas, el panorama global se perfila marcado por cambios profundos tras elecciones nacionales en más de 70 países. En Estados Unidos se espera que la nueva administración impulse medidas para acelerar la independencia energética y simplificar los procesos regulatorios, mientras que en Europa la agenda se centra en el incremento del uso de energías limpias y el cumplimiento de directivas ambiciosas que apuntan a duplicar la participación de energías renovables en el mix energético. Asimismo, economías emergentes como China, India y Brasil están adoptando políticas integrales que buscan estimular tanto la demanda como la oferta de energía, considerando un abanico completo de fuentes para garantizar la seguridad energética y fomentar la innovación.

Para 2025, el escenario se perfila como un delicado acto de equilibrio en el que la confluencia de políticas monetarias expansivas, tensiones geopolíticas y cambios en el marco regulatorio luego de las elecciones, junto con la consolidación de estrategias de asignación disciplinada del capital y la apuesta por la innovación tecnológica, crearán un entorno de inversión cautelosamente optimista. En este contexto, se espera que los precios del petróleo se mantengan dentro de un rango de 70 a 80 dólares por barril, con la posibilidad de incrementos ante nuevas tensiones geopolíticas, mientras que la industria continuará evolucionando para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que surgen en su transición hacia un futuro energético más diversificado y sostenible.

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