Análisis

El fraude es inmune a las pandemias

La Asociación de Examinadores Certificados de Fraude -ACFE- por sus siglas inglés, publicó ayer la 11° versión de su Reporte a las Naciones. Estudio realizado en base a 2.504 casos de fraude distribuidos en 125 países.

El Reporte a las Naciones

La Asociación de Examinadores Certificados de Fraude -ACFE por sus siglas en inglés- es la organización más importante a nivel global en la lucha contra el fraude y la corrupción en las empresas. En el Reporte a las Naciones de este año, hay cifras que simplemente no se pueden pasar por alto.

El estudio que se realiza en base a 2.504 casos distribuidos en 125 países, nos indica que en promedio las empresas pierden el 5% de sus ingresos anuales por fraudes, lo que equivale por ejemplo que en una empresa en que se trabaje de lunes a viernes, 20 días completos al año irán a parar a actividades fraudulentas. El estudio estima que la pérdida total por esta materia supera los 3.600 millones de dólares al año.

Sobre estos datos el Presidente del Capitulo Chileno de la Organización y Director de la Práctica Forense de Deloitte Chile Pedro Trevisan hace un potente llamado a fortalecer las medidas preventivas, pues, “estas cifras corresponden a casos durante 2019, dónde los controles físicos y procedimientos estaban basados en un contexto de operación normal, que hoy parece muy distante”.

El especialista informa que en todo el mundo se están levantando las alertas de cómo enfrentar los nuevos riesgos que la crisis del coronavirus genera en las empresas. Por lo que se espera que estos datos aumenten significativamente en 2020.

No solo se trata de los riesgos de la pandemia, sino quizás con más fuerza aún, de cómo las conductas fraudulentas se disparan frente a las crisis económicas. La presión por mostrar resultados ha sido en la historia reciente uno de los factores fundamentales de los fraudes más importantes de las últimas décadas.

A río revuelto, ganancia de pescadores

El actual contexto de incertidumbre es una prueba gigantesca para los sistemas de control de las empresas, pues las actividades que logran mantenerse en base a teletrabajo u otras formas de organización para respetar las limitaciones sanitarias, posiblemente estén en un contexto de control mucho menor que el habitual. La forma de utilizar los recursos de las empresas, informáticos o físicos cambió radicalmente y el nuevo contexto genera un ambiente propicio para aquellos que buscan explotar las debilidades de control.

Sí a nivel global uno de cada tres fraudes se produce por falta de controles, este año enfrentaremos un escenario donde prácticamente ninguno de los actores del mercado, logró anticipar los efectos y la extensión de la pandemia.

En el caso chileno, y en base a la información que las sociedades anónimas reportaron el 31 de marzo a la CMF, más de la mitad de estas empresas declara no contar con procesos que le permitan monitorear en tiempo real los riesgos de su negocio y sus filiales, del mismo modo solo la mitad declara contar con procedimientos de capacitación para la prevención de este tipo de situaciones que involucre a todos sus colaboradores. Aun cuando las cifras globales indican que el entrenamiento hace que el involucramiento y reporte a través de canales internos, mejore en casi un 50%.

El mercado nacional aún presenta brechas significativas con los estándares globales y el 2019 fue quizás un duro golpe para quienes, descansando en una percepción de bajo riesgo de fraude y corrupción, han decidido no invertir en prevenir y promover una cultura de integridad.

Sobre este punto el Presidente de Capítulo Chileno de ACFE es categórico “La integridad y la confianza son la base de toda empresa, y hoy más que nunca, las empresas tienen la oportunidad no solo de cumplir, sino destacar por una nueva forma de hacer negocios”, hoy la tecnología permite formas de control que antes no se pensaron posibles, y que son herramientas que cada día tienen un menor precio y mayor valor para la reputación de las compañías.

Cuando el río está revuelto, es precisamente cuando más se requiere proactividad. Hay empresas chilenas que se lo están tomando muy seriamente. No obstante, las cifras nacionales son claras, al menos un tercio de las sociedades anónimas abiertas chilenas no posee ningún procedimiento, cargo, herramienta o control para prevenir, detectar o investigar este tipo de irregularidades.

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