Hoy en día, los sistemas de justicia están siendo golpeados por poderosas fuerzas globales. La COVID-19 creó enormes desafíos para impartir justicia y proteger la salud pública. Los líderes políticos y los funcionarios del sector gubernamental enfrentan llamados urgentes para mejorar la equidad racial en los sistemas de justicia penal. Los cambios a largo plazo en la tecnología, la política y la sociedad están creando amenazas, así como oportunidades para servir al público de manera efectiva.
La COVID-19 mostró muchos aspectos de la justicia penal en su máxima expresión. Los profesionales de la justicia continuaron sirviéndonos, a pesar de los riesgos para su propia seguridad. En cuestión de meses o incluso días, los tribunales implementaron audiencias remotas y las prisiones habilitaron las visitas virtuales empleando tecnología segura de video. En algunos casos, la política de sentencias y los enfoques para monitorear y apoyar a las personas con condenas cambiaron prácticamente de la noche a la mañana.
Estas rápidas innovaciones demuestran que se puede lograr un cambio y, aunque COVID-19 amplificó problemas como los crecientes retrasos en los procedimientos judiciales, se puede hacer mucho más.
La justicia penal es vital para la justicia social, la equidad racial y la confianza de los ciudadanos en el gobierno y entre sí. Sin embargo, hoy en día, los sistemas de justicia se ven sacudidos por poderosas fuerzas globales.
En respuesta a estos desafíos, Deloitte está trabajando con líderes de la industria de la justicia penal en todo el mundo para identificar los grandes cambios a los que los sistemas de justicia deben responder de inmediato. Pero el primer paso en cualquier cambio es entender el propósito del sistema de justicia y lo que los ciudadanos quieren de él, y lo que no.
La COVID-19 mostró muchos aspectos de la justicia penal en su máxima expresión. Los profesionales de la justicia continuaron sirviéndonos, a pesar de los riesgos para su propia seguridad. En cuestión de meses o incluso días, los tribunales implementaron audiencias remotas y las prisiones habilitaron las visitas virtuales empleando tecnología de video segura. En algunos casos, la política de sentencias y los enfoques para monitorear y apoyar a las personas con condenas cambiaron prácticamente de la noche a la mañana.
Pero la pandemia también amplificó los desafíos existentes dentro del sistema de justicia, como las largas demoras en los procedimientos judiciales; desafíos que el rápido cambio social y tecnológico no hará más que exacerbar. Para hacer frente a estos factores estresantes a largo plazo, los departamentos de justicia deben aprovechar el impulso del cambio de la COVID-19 y prepararse para los cambios más grandes que se avecinan.
Los nuevos desafíos exigen nuevos enfoques. El rápido progreso de la tecnología abrió nuevas vías para servir mejor a las víctimas, los testigos y los ciudadanos. Pero, para que ese progreso tecnológico sea más eficaz, debe ir acompañado de un cambio de mentalidad. Los gobiernos deben reconocer que no pueden resolver estos problemas por sí solos y emprender un enfoque de "sistema completo" para mejorar la justicia penal. Con la combinación de nuevas tecnologías y nuevas formas de pensar, podemos trazar un camino hacia un futuro de justicia penal eficaz y equitativo.
Pero la pandemia también amplificó los desafíos existentes dentro del sistema de justicia, como las largas demoras en los procedimientos judiciales; desafíos que el rápido cambio social y tecnológico no hará más que exacerbar. Para hacer frente a estos factores estresantes a largo plazo, los departamentos de justicia deben aprovechar el impulso del cambio de la COVID-19 y prepararse para los cambios más grandes que se avecinan.