Inversión sostenible: ¿cómo evitar la simulación?

Perspectivas

Inversión sostenible

¿Cómo evitar la simulación?

Conforme ha crecido el interés de los mercados por las prácticas o activos que son responsables con el medio ambiente y con la sociedad, algunas compañías y fondos de inversión también han tratado de aparentar su responsabilidad en la materia. ¿Qué acciones se pueden llevar a cabo para combatir este fenómeno y generar una verdadera transformación hacia la sostenibilidad?

En entrevista con Claudia Restrepo, Socia de Finanzas Sostenibles en Deloitte Spanish Latin America.

Ciudad de México a 5 de noviembre de 2021.

En 2015, a partir de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) impulsó la Agenda de Desarrollo 2030, las acciones del sector público, la iniciativa privada y la sociedad civil se centraron en alcanzar 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales constituyen, en conjunto, una estrategia internacional para garantizar un mundo más responsable en aspectos ambientales, sociales y económicos. 

Esta situación ha impulsado ciertos fenómenos, como un enorme crecimiento e interés en los mercados bursátiles hacia las inversiones y los fondos basados en principios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG), lo que si bien representa una noticia positiva para el futuro del planeta, también ha traído consigo un enorme reto: detectar a aquellas instituciones que se presumen sostenibles sin serlo en realidad (fenómeno popularmente conocido como greenwashing/socialwashing y que abarca más áreas que las denominadas “verdes”).     

¿Cómo identificar esta práctica y cuál es su impacto en el mercado global? Con la finalidad de responder a estas y otras interrogantes en la materia, conversamos con Claudia Restrepo, Socia de Sostenibilidad en Deloitte Spanish Latin America.

Para comenzar, ¿podrías explicarnos, bajo tu perspectiva, por qué la sostenibilidad está siendo un tema cada vez más prioritario para el mercado? 

Un aspecto es el económico: en el primer trimestre de 2021, según The Wall Street Journal, 21.5 mil millones de dólares se destinaron, a nivel global, a fondos sostenibles de inversión, cantidad que casi duplicó a la del año anterior.

Esto muestra que aquellos fondos que priorizan los criterios ASG se han visto beneficiados durante la pandemia, y por este motivo, los fondos tradicionales han comenzado a estudiar qué hacer para transitar hacia la sostenibilidad de sus operaciones.

Lo anterior fue impulsado por otro aspecto: hoy existe una mayor conciencia de la responsabilidad que, tanto inversionistas, como empresas y personas, debemos tener con el medio ambiente y con la sociedad.

A partir de estos fundamentos, los propios inversionistas buscan conocer más sobre los proyectos hacia los cuales destinan recursos y los impactos que éstos están generando en el planeta y en la sociedad. A la par, se han ido creando regulaciones para definir los requisitos de inversión sostenible; en México, por ejemplo, se les está exigiendo a las Afores un porcentaje de inversión responsable, que incrementará con el paso del tiempo.

En otras palabras, hace unos años, la sostenibilidad era vista solo como algo deseable; pero, en este momento, ya es una estrategia urgente de gestión de riesgos y de generación de oportunidades para las organizaciones.

¿Qué es el greenwashing/socialwashing? 
¿Cómo puede combatirse?

Se refiere a las prácticas que ‘maquillan’ los impactos Ambientales, Sociales y de Gobernanza de las organizaciones por medio de acciones de comunicación y mercadotecnia, lo cual refleja que las organizaciones que lo practican, en realidad, no se están preocupando por la sostenibilidad.

Esto hace necesaria una mayor rendición de cuentas de las empresas, a fin de mitigar el riesgo de que exista esta conducta inadmisible, que pone en duda el mercado de inversión sostenible a nivel mundial.

Afortunadamente, cada vez existe una mayor vigilancia por parte de inversionistas, ciudadanía y muchos ambientalistas, que realizan un amplio escrutinio y verifican si una empresa o un fondo de inversión está generando impactos positivos en el mundo o si está cubriendo sus malas prácticas con greenwashing/socialwashing.

Además, existen distintos marcos regulatorios que nos ayudan a entender qué proyectos cumplen con los criterios mínimos para llamarse sostenibles y evitar la simulación. Por ejemplo, la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA, por sus siglas en inglés) plantea las características de los proyectos “verdes”, sociales y sostenibles, así como los requisitos que deben cumplir los bonos temáticos o etiquetados, y la manera correcta de financiar estas iniciativas. Otro marco es el Climate Bonds Initiative (CBI), que plantea un filtro adicional de seguridad, para garantizar que un proyecto verdaderamente sea amigable con el medio ambiente.

No obstante, aun cuando a nivel internacional hay una intención de establecer una clasificación universal sobre los temas ASG, como la que ha impulsado fuertemente la Comunidad Económica Europea, aquella todavía no ha sido concretada. Hasta el momento, algunos países han desarrollado, por su propia cuenta, iniciativas para entender las oportunidades de avanzar en materia ASG, pero eso todavía no es suficiente.

En definitiva, existen herramientas para combatir el greenwashing/socialwashing, pero el desafío será establecer una regulación internacional que permita diferenciar, en el futuro y de forma homogénea, las estrategias sostenibles de las que no lo son. 

Algunos fondos de inversión, en sus transiciones hacia un modelo sostenible, han relegado a ciertas empresas pertenecientes a sectores económicos menos sostenibles.

¿Es este el camino más efectivo para garantizar operaciones alineadas con los principios ASG? 

Este es un asunto muy importante. Es cierto que muchos fondos han generalizado a ciertas empresas, de acuerdo con sus industrias y características, y han planteado su exclusión, o su no inclusión, alegando que atentan contra la sostenibilidad.

Sin embargo, a pesar de que una empresa pertenezca a un sector más cuestionado (por ejemplo, el energético, el extractivo o el de los juegos de azar), podría estar mostrando acciones y estrategias, actuales y futuras, para cambiar su matriz energética, descarbonizar sus operaciones y transformar su modelo de negocio, encaminándose hacia la sostenibilidad.

Por eso, la exclusión no necesariamente significa que los fondos de inversión están entendiendo el contexto completo de las empresas; incluso, al seguir esa ruta, podrían estar aceptando a organizaciones con prácticas que, en el fondo, no son sostenibles, solo por el hecho de pertenecer a una industria que, se cree, es sustentable. Y eso no es lo más apropiado.

En conclusión, es recomendable que los fondos de inversión eviten generalizar la situación de las industrias y estudien, con mayor detalle, cómo operan las compañías, cuál es su mapa de riesgos en torno a sus operaciones, qué impactos están generando y, con ello, tomar decisiones en favor del bienestar de nuestro mundo. 

¿Qué pasos podrían seguir las organizaciones para avanzar hacia la sostenibilidad de sus operaciones?

En primer lugar, las empresas deben realizar una evaluación de sus operaciones y ser transparentes sobre su situación actual; en otras palabras, deben llevar a cabo un estudio de sus asuntos materiales, es decir, de los temas más relevantes para su negocio, a fin de identificar los riesgos clave con respecto a los criterios ASG. Dichos riesgos pueden ser de cuatro tipos: 1) económicos o financieros; 2) de gobierno corporativo; 3) sociales; y, 4) ambientales.

Una vez que han realizado estos pasos, podrán determinar las acciones para fortalecer su gestión, medición y comunicación, así como establecer personal responsable para cada una de estas actividades, a fin de establecer objetivos responsables, así como estrategias para alcanzarlos. 

Finalmente, ¿qué ejes consideras que deben regir las estrategias globales para transitar hacia los principios ASG?

Considero que, uno de ellos, es el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17, el cual corresponde a la gestión de alianzas, porque, para poder generar un mayor impacto en nuestro mundo, hay que trabajar en iniciativas consistentes, coherentes e integradas con otros actores. La responsabilidad ASG es una meta conjunta y corresponde a todos alcanzarla.

Además, cualquier estrategia en la materia, en el contexto actual, ya tiene que venir acompañada de una postura de urgencia, porque mañana será muy tarde para construir una sociedad distinta, y hoy podemos comenzar a accionar por medio de la inversión y del consumo sostenibles.

Al ritmo que vamos, es muy probable que los intereses de la Agenda de Desarrollo 2030, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no sean alcanzados en ese año, como se planteó en un inicio, sino hasta después de 2070, porque no existe sincronía ni el sentido de urgencia global entre los actores económicos a nivel mundial. Es momento de entender que nuestro planeta es finito y que el cambio de rumbo hacia un camino más sostenible está en nuestras manos.

Al ritmo que vamos, es muy probable que los intereses de la Agenda de Desarrollo 2030, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no sean alcanzados en ese año, como se planteó en un inicio, sino hasta después de 2070.

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